Ima
Sanchís: ¿Qué ha marcado su biografía?
José
Ángel Valente: –Que los americanos lanzaran la bomba atómica y que los alemanes
asesinaran judíos. ¿Sabe qué pienso?
IS:
–¿Qué?
JAV:–Que
todo el inmenso progreso tecnológico de Occidente no va ni de lejos acompañado
por una moral intelectual equiparable.
IS:
–Es usted radical.
JAV:
–Me critican por ello, pero no puedo no ser radical en las cosas que me
importan radicalmente.
IS:–¿Su
primer sentimiento ideológico?
JAV: –Cuando tenía siete años, mi padre, que era de derechas, me llevó a un monasterio donde tenían encerrados a unos que llamaban “rojos”. Yo pensaba que me encontraría con unos señores de color rojo y me topé con gente desahuciada que me miró intensamente. Algo muy importante se intercambió en esas miradas: desde entonces yo soy rojo.
JAV: –Cuando tenía siete años, mi padre, que era de derechas, me llevó a un monasterio donde tenían encerrados a unos que llamaban “rojos”. Yo pensaba que me encontraría con unos señores de color rojo y me topé con gente desahuciada que me miró intensamente. Algo muy importante se intercambió en esas miradas: desde entonces yo soy rojo.
IS:
–¿Y cómo le ha ido?
JAV:
–No puedo quejarme. Durante muchos años he sido funcionario internacional, y
eso me ha dado medios para vivir. Pero mi interioridad no estaba allí.
IS:
–¿Dónde estaba?
JAV:
–Yo he vivido retirado en mi desierto interior y eso me ha permitido escribir.
IS:
–¿Y quién ha entrado ahí?
JAV:
–Nadie, ni siquiera la palabra. Porque como dice Novalis no es escritor el que
cree dominar el lenguaje, sino el que deja que el lenguaje hable en él.
IS:
–Una experiencia espiritual.
JAV:
–... Y tiene poco que ver con lo que llaman literatura. La política literaria,
los premios, las academias, son un mundo secundario. Al poeta le define la
experiencia espiritual.
IS:
–¿Y ha sido hermosa o dolorosa?
JAV:
–Me ha llevado a lugares insospechados. He vivido esperando que se descubra la
revelación y la espera merece la pena.
IS:
–Hábleme de esas revelaciones.
JAV:
–La primera ocurrió con mi primer poema: “Cruzo un desierto y su secreta
desolación”. Después escribí para entenderlo.
IS:
–¿Y qué ha entendido?
JAV:
–Que la poesía es la experiencia reconstruida por la memoria. La experiencia es
importante, pero lo es más su reconstrucción.
IS:
–Pues reconstrúyase, señor Valente.
JAV:
–Yo me parezco a Aquiles.
IS:
–¿?
JAV:
–Aquiles se educó entre mujeres, y eso es muy importante. A mi madre la
recuerdo siempre embarazada. Los hijos se los iba pasando a su hermana, mi tía
Lucía Valente, para la que siempre he escrito poemas.
IS:
–Entonces, fue importante en su vida.
JAV:
–Mucho, porque en aquella época se educaba al niño sobre el principio de que
debía ser distinto a la mujer, haciéndole perder los valores femeninos que me
parecen esenciales. Yo dormí con mi tía hasta los 14 años. Pero hay una cosa
más que me define.
IS:
–Usted dirá.
JAV:
–Hubo un sacerdote en Orense, don Basilio, que partió al exilio pero le pidió a
mi padre que guardara su biblioteca: “La Regenta”, la Biblia y todos los
novelistas eróticos de la época, que yo leía frenética y masturbatoriamente. Le
debo mucho a ese veneno.
IS:
–¿Y del amor qué ha aprendido?
JAV:
–El primero me hizo sentir la gravitación del otro. Con el primer matrimonio
cumplí mi función reproductora. Con el segundo establecí una relación amorosa
profunda: hemos vivido y vivimos para el amor.
IS:
–Todo un logro.
JAV:
–Sí, en la relación amorosa esa elevación de la carne hacia el espíritu se
cumple plenamente. La unión sexual te puede llevar a mundos desconocidos, como si
flotaras sobre el universo. Sus efectos son más poderosos que la más potente de
las drogas.
IS:
–... Pero hemos dividido el sexo del amor.
JAV:
–Radicalmente. La Iglesia siempre ha presentado lo carnal como pecado y es una gran
mentira que nos empobrece.
IS:
–¿Qué significó para usted la paternidad?
JAV:
–Mucho. Yo fui educado de manera represiva y me pasé al otro lado. Quizá si
hubiera sido más autoritario no habría ocurrido...
IS:
–¿Qué ocurrió?
JAV:
–Tuve un solo hijo varón, y este hijo mío empezó muy pronto con la droga, a los
16 años, y a los 33 murió. Me identifiqué mucho con él, éramos la misma
persona.
IS:
–Entonces, hubo comunicación...
JAV:
–Profundísima. Yo traté de meterme en su medio y vi morir a adolescentes
bellísimos. Luché a su lado todo lo que pude, pero se cansó de vivir.
IS:
–¿Sobredosis?
JAV:
–Sí. En esos momentos, ¿qué podemos ofrecerles a esos jóvenes? Los valores
comunitarios habían sido rotos. Creo que es el gran fracaso de mi generación.
No pudimos sostener nuestros ideales en nuestra propia vida ni en la vida de
nuestros hijos.
IS:
–¿Hay algo que no contenga poesía?
JAV:
–Todo, también la poesía entra en el territorio de lo feo, del terror, del
horror...
IS:
–¿Algún pudor que no haya superado?
JAV:
–No, porque sé que la poesía es una garantía de libertad. Cuánto más nos
amenacen los mensajes prefabricados, las mentiras televisivas, mayor
importancia va a tener la palabra poética. Tenemos que acostumbrarnos a oír el
silencio. Hay que cruzar el desierto.
IS:
–¿Y si allí nos espera la tristeza?
JAV:
–Es necesaria, nos ayuda a reflexionar. La tristeza y la alegría son
complementarias.
IS:
–¿El poeta debe ser un camaleón?
JAV:
–Sí. Como decía Keats, el poeta tiene que aniquilar su identidad para dejar que
el universo pase a través de él. Yerra el poeta que habla de su experiencia
personal. ¡Que se lo vaya a contar a su abuela!
(http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2000/05/03/pagina-100/34040459/pdf.html)
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