martes, 23 de abril de 2013

Al relente de los sueños





Al relente de los sueños

«Todo lo que no es mi alma no es para mí
más que escenario y decorados.»
Fernando Pessoa



Aplazas el mundo, soñador,
olvidas las proporciones áureas en las páginas
y te entregas a ti mismo;
no hay esfuerzo y no hay búsqueda
en el arte de soñar,
composición imaginada del reflejo;
el pasado de los hombres vuela
entorno al candil de los sueños.

Todo sueño es fervor,
estructura innata del tiempo entre vigilias,
voluntad de ceder el control,
la atención y la inercia,
enfermedad de las ideas, fiebre del pensamiento,
lenitivo primordial.
El arte puede mentir,
pero el soñar no.

Vives, soñador,
al relente de los sueños.
Deambulas, soñador,
por las afueras de una ciudad inexistente.
Atrás, lejos,
queda la casa donde duermes.
Sobre tierra húmeda te desnudas
y en tus pies tienes sangre
porque saltas sobre diamantes.

Preguntan las páginas qué dirección siguen las palabras
y el llanto de los árboles convierte la urbe y el mundo
en una jungla
en la que se besan las serpientes.

El corazón del sueño
es un gran vacío que late,
el vértigo de un inmenso agujero
que flota
y se arrastra sin tiempo.
Gira el sueño alrededor del abismo,
siempre en contacto
con la geometría de la nada.

El sueño rompe la lengua del tiempo;
no desaparece cuando desaparece el soñador,
no desaparece cuando desaparece el espacio,
el sueño permanece activo desde que nacemos,
jamás descansa,
nuestra vida se ha diseñado para soñar.
Es un remolino sin fondo,
ojo que se abre en las entrañas del alma.





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