lunes, 19 de noviembre de 2012

En Revista de Letras, NAKED LUNCH: PALABRAS PARA EL QUE SABE



En Naked lunch, William S. Burroughs (1914—1997) vomita el infierno que fue creando y vislumbrando en su interior durante los quince años en que el escritor estuvo enganchado a la droga. Droga es el término genérico que Burroughs utiliza para referirse al “opio y/o sus derivados, incluyendo los sintéticos, del demerol al palfium”. Es como si el resto de drogas no mereciesen el nombre de droga. Solo el opio, los opiáceos, es droga para Burroughs. De igual manera, denomina también con una palabra específica a su periodo de adicción a la droga: la Enfermedad. El escritor entró en contacto con la Enfermedad con treinta años y logró escapar de ella, tras incontables intentos fallidos, con cuarenta y cinco y en un aceptable estado de salud, considerando las circunstancias. Era 1959. Naked lunch se publicó ese mismo año reuniendo, ordenando y editando las notas que Burroughs fue escribiendo durante tan enorme –y abismal– período de tiempo. Debió de ser una tarea titánica, aglutinar esos quince años y crear algo totalmente nuevo con todo aquel incoherente material.




domingo, 18 de noviembre de 2012

Jorge Luis Borges




A QUIEN YA NO ES JOVEN



Ya puedes ver el trágico escenario
y cada cosa en el  lugar debido;
la espada y la ceniza para Dido
y la moneda para Belisario.

¿A qué sigues buscando en el brumoso
bronce de los hexámetros la guerra
si están aquí los siete pies de tierra,
la brusca sangre y el abierto foso?

Aquí te acecha el insondable espejo
que soñará y olvidará el reflejo
de tus postrimerías y agonías.

Ya te cerca lo último. Es la casa
donde tu lenta y breve tarde pasa
y la calle que ves todos los días.






sábado, 17 de noviembre de 2012

Pedro Zarraluki




“Busqué en vano la curva triste de su nuca por entre las cabezas que se abatían sobre los tomos abiertos. Finalmente, cogí al azar un libro de consulta y me senté entre los lectores. Había allí tanto sosiego —tanta actividad subterránea y callada— como en un fumadero de opio. Quizás me venció aquella atmósfera de ardiente concentración, y puede ser incluso que la locura que se paseaba por mi interior hubiera encontrado un buen asidero, pero miré hacia la puerta esperando ver aparecer a Irene y entonces lo oí. Oí con toda claridad el rumor que hacían los libros al hablar entre ellos, su oculto trasvase de confidencias, de secretos y revelaciones en el laberinto de aquellas estanterías cubiertas siempre de polvo, y supe lo que buscaba Irene cuando se encerraba allí: algo más que noticias del mundo, algo más que respuestas a preguntas que pudiera formular, algo que seguramente no podía decirse con palabras ni podía escribirse y que sin embargo se encontraba entre aquellas paredes, vivo, palpable, confundido con el aroma de mi amada, tan intenso que se podía alimentar uno de ello sin preocuparle que fuera una falsedad inocua -otro espejismo de agua clara- o un veneno que hubiera sido mejor no llegar nunca a probar. Y supe que quería hundirme con Irene en aquel pozo insondable, en aquel murmullo de voces enmudecidas para siempre, en aquel silencio que se demoraba inabarcable, tan intenso que se disolvían en él todas las ausencias, la angustia más poderosa y hasta la vida misma, tan bello y terrible que en su seno se dejaba de ser miserable y las traiciones lo eran de verdad, el amor se volvía sublime y la muerte acababa siendo algo muy grande que apartaba de su lado a las almas mediocres. Y todo ello gracias al enorme simulacro de la literatura, quizás la única actividad sincera de una especie acostumbrada a los engaños.”
(La historia del silencio)




martes, 13 de noviembre de 2012

Mi colaboración en el nº17 de Manual de Uso Cultural



MARGUERITE YOURCENAR: CONSTANTE Y AUTÉNTICA
 
 

Marguerite Yourcenar (Bélgica, 1903—EE.UU, 1987) constituye una alta representante de la literatura comprendida como ejercicio de constante dificultad superada, disciplina, taller y paciente espera. Porque el objetivo final que la escritora persigue es escribir de forma clara y original sus propias reflexiones y conclusiones. Un hecho destacable, sobre todo en estos convulsos tiempos que corren, ya que se supone una verdad inherente a la condición de persona dedicada a las letras y, sin embargo, no siempre ocurre así; más bien al contrario. Pero tampoco nos engañemos, la originalidad, por sí sola, no constituye un bien inmaculado. Hay que saber combinarla con lo que el lector percibe como real, con lo que le circunda, con el mundo. Es en esta singular parcela literaria, en la autenticidad, donde Marguerite Yourcenar brilla de forma sobresaliente.








miércoles, 7 de noviembre de 2012

William S. Burroughs




“Y ahora unas palabras sobre los partidos de Interzonas…
Resulta evidente desde el principio que el partido Licuefaccionista está compuesto enteramente, con excepción de un hombre, de panolis, aunque no se puede saber quién engaña a quién hasta la absorción final…Los Licuefaccionistas son muy dados a toda clase de perversiones, en especial a las prácticas sadomasoquistas.
Por lo general, los Licuefaccionistas saben de qué va el asunto. Los Emisores, por el contario, son conocidos por su ignorancia de la naturaleza y el estado terminal de la emisión, por sus modales bárbaros y petulantes y por su miedo cerval a cualquier hecho. Si no hubiera sido por la intervención de los Factualistas, los Emisores habrían metido a Einstein en un manicomio y hubieran destruido su teoría. Puede decirse que solo unos pocos Emisores saben lo que hacen y esos, los más importantes, son los seres más peligrosos y malignos que existen…”
(Naked lunch)






jueves, 1 de noviembre de 2012

Podcast de RdL (noviembre)




El suplemento digital de La Vanguardia, Revista de Letras, en el que colaboro de cuando en cuando con artículos sobre literatura, ha decidido grabar un podcast en "el prat ràdio" (http://www.elpratradio.com/) y yo participo al final del programa (empiezo en 92:15 y termino en 98:30), en la sección de recomendaciones. Propongo la lectura de dos libros: “Una vida absolutamente maravillosa”, de Enrique Vila-Matas y “Sombrero y Mississippi”, de Ray Loriga.







Para escucharlo, pinchad en la imagen siguiente: