jueves, 30 de agosto de 2012

"Himno a Satán, de Leopoldo María Panero" ¡portada!, en RevistadeLetras



Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) es un poeta desarraigado, un hombre desclasado que trabaja con sus versos contra la sociedad y contra él mismo, un ser que sufre del complejo de autodestrucción y que transforma ese complejo, esa autodestrucción, en obra de arte. Un maldito, en definitiva. Leopoldo María Panero, aquejado de malditismo, se suicida a cámara lenta y, de esta manera, es capaz de hacer su obra con prisas, iluminada con destellos e impulsada, paradójicamente, por ese descenso hacia el fondo del abismo que, en realidad, busca truncar con violencia, dejar inacabada, esa misma obra. Panero, que busca la poesía en la abominación, reivindica como clave poética la máxima de Mallarmé: «La destruction fut ma Beatrice» .

En este caldo de cultivo, el poeta maldito Panero vive de conjurar lo oscuro, lo telúrico, de atraer el misterio, de investigar en el tarot y la alquimia. Persiguiendo lo luciferino como fuente de inspiración. El maldito siempre se reconoce a sí mismo en el área de influencia de Satán. Sin embargo, no es hasta 1987 (con treinta y nueve años) cuando aparece publicado en Poemas del manicomio de Mondragón (Hiperión) su “Himno a Satán”, composición de profunda alabanza que ensalza la figura del ángel caído.



miércoles, 15 de agosto de 2012

Las memorias de Luis Buñuel reseñadas en Revista de Letras



Este último aliento vital que, en forma de libro, nos regaló Luis Buñuel en 1982 tiene en determinados momentos la fuerza de un huracán. Y sin embargo durante su lectura no aparece, ni por asomo, el temor a que esa tremenda energía cause fatales estragos a su paso. Más bien al contrario, pues sentimos que, de alguna manera, nos librará de lo viejo, lo no maleable, lo demasiado rígido.

Esta autobiografía de Luis Buñuel, escrita con la ayuda de Jean-Claude Carrière, es una demostración, es una respuesta a la sempiterna pregunta sobre qué significa estar vivo. Sus páginas nos conectan con nosotros mismos, hay una urdimbre inexplicable que nos retrotrae a reflexionar sobre qué estamos haciendo con el tiempo que se nos ha otorgado en este mundo tan extraño. Se produce una conexión misteriosa e irresistible entre libro y lector, y Buñuel, una vez más, como maestro en el arte de contar historias, sabe cuál es el tono más adecuado y qué ritmo seguir para ir llevándonos de la mano en su recorrido vital.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Fragmento de "Mortal y rosa"



“Artículos, artículos, artículos. Una forma de autodestrucción. He vuelto a hacer artículos. Cientos, miles de artículos. Los artículos, primero, fueron mi procedimiento para irme autoestructurando. Eran una construcción piedra a piedra, paso a paso, el hacerse un nombre, un hombre y una vida día a día, palabra a palabra. Ahora, consumado todo, son una autodestrucción, y con cada artículo voy quitando un soporte a mi vida, a mi obra, voy desarticulando pieza a pieza el armazón trabajoso e inútil de mi vida. Los críticos, los lectores, las gentes dicen que el escritor puede quemarse con tantos artículos, pero el escritor, contrito, aterido, solo, doliente, huérfano de todo, lo que quiere es eso, más que nada, y ha encontrado en el artículo una forma de arder, de desaparecer, una labor inútil y fragmentaria en la que deshojarse y morir. El artículo fue mi hacha de guerra, mi estilete, el arma que me dio la vida para entrar a saco y vencer, la espada corta y segura con que conquistar y construir un pequeño imperio personal. Y ahora lo vuelvo contra mí, desahogo mi obra en artículos, me disperso, me fragmento, porque hacer libros es construir con voluntad de pervivencia, con fe arquitectónica, y eso me resulta ya siniestro. He hecho algunos libros, no muchos, demasiados en todo caso. Y haré algunos más, quizás, atraído por el vértigo de la inutilidad, por esa concentración de vacío que es un libro. Pero lo que quisiera es este suicidio del artículo. Ya que no he tenido valor para destruir mi vida, voy a destruir mi obra, a fragmentar en artículos dispersos lo que pudiera haber sido un todo completo y edificado. Con cada artículo que escribo pierdo la posibilidad de hacer un poema, un ensayo, un relato, algo más resistente y continuo. Y así, en cada artículo entierro y amortajo para siempre una dirección de mi vida, o varias direcciones, dejándolo todo incompleto, insinuado, quebrado, roto, maltrecho y malogrado.
Estoy llegando, sí, a esta voluptuosidad negativa del artículo de periódico como sacrificio, como inmolación, como amortajamiento de criaturas que pudieron crecer y vivir. Con cada artículo desanudo un nudo de la trama de mi existencia, y me voy quedando suelto, ligero, vacío de posibilidades, irrealizado.
Con miedo, con sudor, con temblor, con frío, con calores, con inseguridad, con rabia, con luz o sin luz, escribo artículos todos los días y así hago el revés de mi obra, y contemplo el cristal suntuoso que pude fraguar, roto en los mil añicos de los artículos, deslogrado para siempre. No quiero hacer una obra, sino deshacerla. Me arranco artículos como el que se arranca la piel a tiras, como el leproso que se arranca la carne en pellas. He descubierto que el artículo es una brillante forma de fracasar.”


Francisco Martínez Pérez, alias Francisco Umbral (1932-2007)